sábado, 19 de julio de 2008

Charcos















Para Alicia.


De pequeña, me encantaba meterme en los charcos con las botas de agua, cuanto más grande era el charco, mejor. Me situaba en el centro y quedaba embelesada mirando las ondas que dibujaba el agua alrededor de mis pies, mientras iban desplazándose cada vez más despacio hasta la orilla. Después, cuando el agua ya quedaba quieta, me concentraba en lo que veía reflejado en el charco; un cielo pintado de nubes con prisa y yo en medio, imaginándome flotar entre el cielo y el suelo, como una nubes más, o como una cometa, o una gaviota o cualquier otro pájaro pero en dirección contraria a ellas. Tiene que ser increíble poder volar libre como el viento.