domingo, 21 de septiembre de 2008

LA PRINCESA

Estaba amaneciendo ya cuando regresaba a puerto con La Princesa. Sus ojos vidriosos de tristeza, hurgaban perdidos en el horizonte, pequeños, sabios. Éste sería su último viaje con ella y sólo con pensarlo ya le dolía el alma; un alma que a pesar de estar cubierta de cicatrices, que el tiempo y la mar se habían encargado de modelar y henchir de sabiduría, se sentía desolada, eclipsada por el compromiso de los años.

Ya divisaba a lo lejos la luz del faro reflejada en su mirada serena, leída de experiencias, empachada de soledad.

En compañía de La Princesa, su princesa, escuchando de fondo el ruido del motor y la melodía que el graznido de las gaviotas lisonjeras, zalameras, les acompañaban hasta el final del viaje, esperando su recompensan mientras se dirigían con ellos hacia las luces lejanas del puerto.

Han sido muchos años con ella. Soportando el envite de tempestades, la furia de un celoso océano, que en tantas ocasiones se la quiso arrebatar y que en otras tantas les acunaba con suaves olas, tras el negro horizonte teñido de paz, cubierto de estrellas.

Ya llega al fin de su viaje y sin más remedio, tendrá que deshacerse de La Princesa. Le gustaría conservarla con él, seguir disfrutando de su barcaza, pero ya está demasiado viejo para salir con ella a la mar, no puede mantenerla. Ha decidido venderla, su compañera de fatigas durante tantos años, aún puede continuar el viaje rumbo a la línea entre el mar y el cielo, perderse en el horizonte turquesa, respirar la rosa de los vientos junto a un nuevo patrón.

jueves, 14 de agosto de 2008

Souvenir





Ayer, curioseando en un mueble, en casa de mi madre, tiré sin querer una figura de porcelana, que a su vez empujó a un plato que alguien, sin duda alguna con la mejor intención del mundo, trajo como souvenir de uno de esos lugares a los que se va de vacaciones. Yo no soy muy amiga de comprar estos regalitos y desde luego, cuando alguien me trae alguno, no puedo evitar soltarle: “Si no tenías que haberte molestado” mientras pienso “¿dónde narices pongo yo esto?”. Es algo parecido a lo que pasa con los obsequios de los bautizos, bodas y comuniones ¿Dónde los pones?

A lo que iba: El susodicho plato al caer, empujó a una virgen de Lourdes (esta la trajo mi madre personalmente) que a su vez, tiró otro plato, de porcelana blanca, ornamentado con detalles dorados ¡preciosos! y dos frases que decían: “He estado en Vigo y me acordé de ti” y debajo “Recuerdo de Galicia” y bien digo “decían” porque el plato se rompió, ha pasado a otra vida menos aburrida, supongo, que la de criar polvo en una estantería no menos aburrida. Y ya de paso…pues un trasto menos que haga daño a la vista. De momento, mi mamá no lo ha echado de menos. Creo que cuando la vista se vaya acostumbrando a ese hueco, curiosearé de nuevo. Más que nada para ir haciendo sitio en la estantería a otros platos y demás recuerdos de viajes que la gente se empeña en traer.

Es tiempo de vacaciones, de viajar y visitar otros lugares, otros países. Mi deseo es que te lo pases en grande, que disfrutes todo lo que puedas y que, por favor, no te acuerdes de mí a la hora de las compras. Prometo hacer yo lo mismo.

sábado, 19 de julio de 2008

Charcos















Para Alicia.


De pequeña, me encantaba meterme en los charcos con las botas de agua, cuanto más grande era el charco, mejor. Me situaba en el centro y quedaba embelesada mirando las ondas que dibujaba el agua alrededor de mis pies, mientras iban desplazándose cada vez más despacio hasta la orilla. Después, cuando el agua ya quedaba quieta, me concentraba en lo que veía reflejado en el charco; un cielo pintado de nubes con prisa y yo en medio, imaginándome flotar entre el cielo y el suelo, como una nubes más, o como una cometa, o una gaviota o cualquier otro pájaro pero en dirección contraria a ellas. Tiene que ser increíble poder volar libre como el viento.

sábado, 28 de junio de 2008

Ruido











Doña Elvira, por la noche, pone

la radio en su oreja. Todas las

noches, toda la noche. Escucha

la radio para no oír los ruidos que

siente dentro de su cabeza.


lunes, 28 de abril de 2008

Resortes









La botella de Tyukanov

ya no es lo que era.

Está vacía,

y si alguna vez

alcanza a contener algo,

no tiene gusto a nada.

Siempre se puede

hacer con ella un perchero.

martes, 22 de abril de 2008

Tú eliges, él decide











El destino, codicioso con tu vida

e implacable, te arrastra cual remolino

empujando hacia donde no quieres ir,

igual que lo hace una madre con su hijo

al entrar en clase en su segundo día de colegio

y entre pucheros se niega a dar ni un paso,

frenando con poco empeño, no por ganas,

sino por miedo a represalias.

El destino, intransigente,

a pesar de los esfuerzos por no seguirle,

se ríe de ti casi siempre

-por no decir siempre-

a carcajadas. Te obliga a seguirle,

quieras o no, por donde él te lleve.

No puedes hacer nada

por mucho que te empeñes

en plantarle cara.

Todo está escrito.

miércoles, 16 de abril de 2008

Tristezas









La tristeza es poseedora codiciosa

y opresora de algunas reflexiones.

Tal vez la resaca de lo mal hecho

sea lo que revuelva el estómago

provocando nauseas. Por inercia

o por simpatía,

sensatos aspersores de lágrimas

se ponen en marcha

y riegan la parcela de los ratos amargos

haciendo aflorar los remordimientos.

Tras el chaparrón,

viene el olor a tierra mojada;

huele bien la tierra mojada.