
A veces pienso que debería tomar una de esas puertas. Sobre todo cuando me siento débil y estoy cansada o harta de ver siempre las mismas piedras. Pero lucho conmigo misma espantando mis temores y apatías, e intento evitar la tentación de utilizar una de esas salidas.
Otras veces camino con esperanza, mejor dicho, con la certeza de que al final, ese camino entre piedras se abrirá para dar paso a un paisaje abierto, lleno de luz y colorido, oxigenado con felicidad, y sobre todo, plagado de sabiduría.
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